Nos Dames de la rivière Uruguay

Nos Dames de la rivière Uruguay

A partir del incendio ocurrido en Notre Dame de París me atrevo a escribir algunas reflexiones vinculadas a nuestra región. Éstas son referidas al patrimonio que nuestra cultura crea a partir del lenguaje, en éste caso el de la arquitectura. Tal vez Baptiste-Antoine Lassus y Eugène Viollet le Duc entre 1845 y 1857 ha sido, en el Siglo XIX, fueron los arquitectos que han iniciado ésta mirada respetuosa ante el innovador concepto de monumento y bajo su dirección, Notre Dame no solo fue limpiada y restaurada, sino también «actualizada», agregándole la tercera torre que la distingue (un tipo de espiral) que las cámaras documentaron cuando se desplomó labilmente, además de otras modificaciones menores.

Es justo mencionar que Notre Dame de Paris no fue la principal catedral francesa, sino que es Saint Denis, cerca de París (hoy en día dentro de la metrópolis urbanizada) y las otras son Chartres, sede de la escuela de teología francesa más importante y Reims que que tuvimos la suerte de visitar en enero de 2012 próximas a la zona de Epernay y Champagne donde se produce históricamente el famoso brebaje con subsuelos de hasta 5 niveles que me dieron como dato de campo el conocimiento de la zona de piedra caliza donde se hallan todas éstas construcciones que a la manera de «taco aguja» se posan en suelos de excelente resistencia (se estiman mayores a 8 Kg/cm2) o el inmenso salto hacia la utopía construida de Beauvais que afortunadamente se le aplicaron «corsets» de refuerzo. Pero este rol no ha limitado la atracción inexorable y cada vez mayor de la dama parisina parisina. Su magnificencia presenciada por los portales, las cinco naves, las columnas nervuradas, los arbotantes premonitorios del exoesqueleto del Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou y los arcos apuntados fueron el poderoso testimonio de su papel de primacía francesa.

En las catedrales góticas que se precien la pieza fundamental sonora son los teclados, pianos y órganos y es la aspiración de todo músico interpretar acordes en tales cajas de resonancia. En ese sentido el colega sanducero, director de la Red Patrimonio Paysandú Uruguay, Arq. Rubens Stagno nos ilustra con algunos comentarios del mantenimiento interno de los instrumentos parisinos «Mario Damico, sanducero, reconocido en Europa, por su especialidad en mantenimiento, recuperación y afinado de pianos y órganos, atiende entre otros el órgano de la catedral de Notre Dame de París, así como también el de nuestra Basílica. Ante la inquietud que le hicimos llegar de como el incendio afectó a ese instrumento nos dice: “Desgracia con suerte» (entre comillas).El órganos grande se salvó.Tiene 10.000 tubos contra los 1200 del de Paysandú. Está sucio de polvo y hollín y mojado. Pero es un 100% recuperable. El del Coro que es como el de Paysandú, está destrozado”. A la vez de agradecer a Mario este mensaje de voz, le deseamos muchos éxitos en el desafío que deberá enfrentar en esta importante restauración. Mario: Un orgullo sanducero RUBENS STAGNO»

En mis estudios de Colón y Paysandú (anticipados en ésta sección y aún sin publicar) desde hace algunos años me he topado con varias Notre Dame que no necesariamente son catedrales sino la mano de la cultura en el lenguaje de la Arquitectura local, el que, sin lugar a dudas son el leitmotiv de la atracción que los turistas encuentran en éstas ciudades ribereñas y el mayor capital que disfrutamos los que afortunadamente vivimos aquí, en familia. En primer lugar por la buena factura de la arquitectura neoclásica asumida y en segundo término por los silencios que ocurren entre ellas, el generoso espacio entre frentes, a diferencia de las ciudades hechas por Rocamora, para que la magia del arbolado suceda o para que disfrutemos en esos extensísimos balcones al río Uruguay. No es necesario un incendio de un edificio para perder el patrimonio construido, con el simple accionar de construcciones habilitadas suceden más pérdidas invisibilizadas por la naturalización del progreso en intervenciones que no hacen más que aplastar sin cortesía alguna el mayor valor de nuestra arquitectura que recala en el valor de conjunto armónico. En tiempos de subjetividad hablar de un lenguaje que para operar se debe conocer parece en una primera mirada inocente, pero no lo es cuando entendemos y miramos al ver. Tocamos las fachadas con nuestros ojos y civilizadamente comprendemos que es importante cuidarlo, tanto como a las arrugas en el rostro de nuestros padres, como Notre Dame, como Colón y Paysandú.

Arq. Norberto Iribarren
Doctorando en Arquitectura y Urbanismo
D.A.C. en Historia P.S.E.A.A. I y II
D.A.C. en Patrimonio y Conservación
J.T.P. en Historia de la A. y U.
Universidad de Concepción del Uruguay